Es un sentimiento difícil de describir.
Algunos días era como si me llenara de calidez, y no podía desarmar la sonrisa en mi rostro; reiría despacito y cubriría mi boca con mis manos, mirándote de re ojo, pensándote, admirándote.
Tomaría tu mano y te dejaría guiarme por el más inmenso de los parques, y sin importar qué juegos obsoletos hubieran, mi corazón bombeaba con emoción sólo por estar contigo.
Otros días me sentaría en el borde del tejado, dejando mis piernas balancearse en un vaivén vacío, con mis ojos fijos en algún punto que en realidad no lograba ver, porque las lágrimas abarrotadas en mis ojos -que no permitía salir- obstruían mi visión. Todo parecía un revoltijo de colores demasiado brillantes pero que no lograba distinguir ni entender, justamente como tú. El nudo en la garganta y mi tembloroso labio inferior eran parte de lo que me hacías sentir. Era todo por ti, y todo para ti.
Incluso cuando aún te amo, mirando hacia atrás, pienso que fue un sentimiento estúpido. Demasiado apresurado y alocado, demasiado infantil y colorido, demasiado despiadado y a mal tiempo.
Era todo lo que no debería haber sido, o eso parecería al inicio, pero dime, ¿no es eso lo que nos trajo hasta aquí?
¿Cambiaría lo que tenemos hoy por ahorrarme todo el sufrimiento de aquel entonces?
No estoy seguro. Han sido años, pero a veces, cuando me abrazas bajo las mantas y me susurras que jamás vas a dejarme de nuevo, las heridas de mi corazón arden de nuevo, la sangre que corre por mis venas se siente toneladas más pesaba y una sensación de abrumación desborda mi pecho, y de pronto el nudo en la garganta y las lágrimas están allí de nuevo, pero aunque mi labio inferior tiembla, tiembla entre tus labios, y entre tus labios: todo parece una buena idea.
-Sora
-Leo
Algunos días era como si me llenara de calidez, y no podía desarmar la sonrisa en mi rostro; reiría despacito y cubriría mi boca con mis manos, mirándote de re ojo, pensándote, admirándote.
Tomaría tu mano y te dejaría guiarme por el más inmenso de los parques, y sin importar qué juegos obsoletos hubieran, mi corazón bombeaba con emoción sólo por estar contigo.
Otros días me sentaría en el borde del tejado, dejando mis piernas balancearse en un vaivén vacío, con mis ojos fijos en algún punto que en realidad no lograba ver, porque las lágrimas abarrotadas en mis ojos -que no permitía salir- obstruían mi visión. Todo parecía un revoltijo de colores demasiado brillantes pero que no lograba distinguir ni entender, justamente como tú. El nudo en la garganta y mi tembloroso labio inferior eran parte de lo que me hacías sentir. Era todo por ti, y todo para ti.
Incluso cuando aún te amo, mirando hacia atrás, pienso que fue un sentimiento estúpido. Demasiado apresurado y alocado, demasiado infantil y colorido, demasiado despiadado y a mal tiempo.
Era todo lo que no debería haber sido, o eso parecería al inicio, pero dime, ¿no es eso lo que nos trajo hasta aquí?
¿Cambiaría lo que tenemos hoy por ahorrarme todo el sufrimiento de aquel entonces?
No estoy seguro. Han sido años, pero a veces, cuando me abrazas bajo las mantas y me susurras que jamás vas a dejarme de nuevo, las heridas de mi corazón arden de nuevo, la sangre que corre por mis venas se siente toneladas más pesaba y una sensación de abrumación desborda mi pecho, y de pronto el nudo en la garganta y las lágrimas están allí de nuevo, pero aunque mi labio inferior tiembla, tiembla entre tus labios, y entre tus labios: todo parece una buena idea.
-Sora
-Leo
Comentarios
Publicar un comentario